(L)

viernes, 24 de julio de 2009

Hoy voy a admitirlo, las mujeres somos difíciles. Encantadoras. Pero difíciles. No hay qué nos conforme, siempre queremos más y cuando lo tenemos queremos volver atrás. Hay algunas que sueñan con el príncipe azul, el que te canta una serenata, aquel que sea capaz de sorprenderte día a día. Y cuando lo tienen lo tratan de cursi, pegajoso y pesado. Reclaman a un frío, galán, independiente, ese que les de el tiempo que necesitan para hacer los quehaceres, y cuando lo consiguen se quejan y se arrepienten, porque no es más que un ente, un distanciado, lindo pero con eso miles de problemas.